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domingo, 27 de abril de 2014

Concha Piquer ante Franco

Conchita Piquer cantó para Franco una sola vez, en una de aquellas solemnes recepciones en el Palacio de La Granja de San Ildefonso, con motivo del 18 de julio. Le regalaron, por cierto, un broche de diamantes. Sin embargo, no cedió a uno de los rituales de la fiesta. Después de su actuación le dijeron que tenía que ir a saludar al Jefe del Estado, como el resto de los artistas, vestida tal y como había salido a cantar. Y se negó a ello, tras cambiarse por la ropa de calle, diciendo: «La artista se ha quedado en el escenario y ahora soy una persona normal.»
Su carácter insobornable lo mantuvo toda su vida. Otro año se negó a acudir de nuevo a esa recepción del Palacio de La Granja en honor de Franco. Se disculpó diciendo que ese día tenía función en el teatro Calderón, de Madrid, y que no tenía inconveniente en ceder la recaudación de la fecha, si la Casa Civil de Su Excelencia la aceptaba para obras benéficas. En vista de su actitud, intolerable para las autoridades franquistas, le quitaron el pasaporte en dos ocasiones.
Asistía Conchita a una cacería, invitada por unos buenos amigos, en la que también se hallaba Franco. No quiso ella desairar a sus anfitriones y por propia voluntad se decidió a interpretar una de sus canciones. Al poco rato se le acercó el Jefe de la Casa Civil de Su Excelencia, con este ruego: «El Generalísimo Franco le pide, por favor, que si puede usted otra vez cantar "Tatuaje", que le ha gustado mucho.» Y Conchita, sin inmutarse, con aquel aplomo que jamás le abandonó, le dijo: «¿Su Excelencia ha merendado ya? ¿Sí? Pues yo, no. Dígale que no puedo complacerle porque me dispongo a merendar en este mismo momento.»Pese a ello, el año 1962 le notificaron que iban a concederle el Lazo de Isabel la Católica, máxima condecoración del Régimen franquista a una dama, que le impondrían en el transcurso de un homenaje. Se negó, con estas palabras:
—Yo no puedo aceptar un homenaje y una distinción que ya tienen Melé, Pelé y el hijo de la Bengalé.
Y se quedó tan fresca.


(Memorias de la Copla - Manuel Román)

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