De pequeño, Enrique demostró su gran afición por el cante. Antes de triunfar recorrió muchos pueblos andaluces, montando a veces en burro o en carros, en su peregrinaje artístico. Perteneció a la compañía Galas Juveniles. Estuvo en la de Conchita Piquer. Allí conoció al letrista Rafael de León, que compuso la letra de su primer disco, en el que como número destacado iba Dos arbolitos, una grabación de las de 78 revoluciones por minuto. Conoció a fondo la América hispana y también actuó en Nueva York, acompañado por el gran guitarrista Sabicas.
Enrique Montoya estuvo en otras muchas compañías durante las décadas de los cincuenta y sesenta (entre ellas, la de Carmen Morell y Pepe Blanco). Y fue figura habitual en los espectáculos de variedades del Circo Price. Popularizó En la feria de Grana, ¡Qué cosas tiene el amor! y, sobre todas sus numerosas creaciones, un cha-cha-chá cubano, Esperanza, que él aflamencó con éxito hacia 1960. En colaboración con su hijo José María (Tate Montoya), que musicó varios poemas de Antonio Machado, Lorca y Alberti, grabó el álbum Coplas de amor y tierra (1995).
Artista de prestigio, de gran modestia en el trato, padre de dos cantautores, el ya citado Tate y Enrique (Candela), estuvo en activo hasta poco antes de su desaparición, acaecida el 28 de julio de 1993.
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