Joselito, nacido José Jiménez Fernández, el 11 de febrero de 1943 en Beas del Segura, Jaén, demuestra muy tempranamente sus dotes canoras en la radio, el medio hegemónico de la época, y en algunas actuaciones públicas. En una de ellas coincide con Luis Mariano, convertido en una auténtica estrella en Francia, quien le propone actuar con él en París, a lo que éste accede. En la capital francesa actuará además en solitario en actuaciones que el “Príncipe de la opereta” concierta, en programas radiofónicos y televisivos.
Poco después el guionista Antonio Guzmán Merino, consciente del potencial del chico, le pone en contacto con el realizador Antonio del Amo que se convertirá en su pigmalión cinematográfico.
A las órdenes de este director se produce el debut en la gran pantalla de Joselito con El pequeño ruiseñor (1956), película que pese a su factura modesta, rodada en blanco y negro y con un reparto sin primeras figuras, obtendrá un enorme éxito comercial dentro y fuera de nuestras fronteras y no sólo en los países de habla hispana, sino también en mercados habitualmente poco receptivos con las producciones españolas como el francés, el italiano o, incluso, el árabe.
El triunfo obtenido propicia la realización inmediata de Saeta del ruiseñor (1957), a la que suceden, sin solución de continuidad, El ruiseñor de las cumbres (1958), que obtendría varias distinciones en la Mostra de cine infantil de Venecia; Escucha mi canción (1958); y El pequeño coronel (1959); todas dirigidas por Antonio del Amo aunque para Cesáreo González / Suevia Films.
Demostrada la exportabilidad del personaje, Joselito inicia su aventura americana rodando en México Aventuras de Joselito en América , Aventuras de Joselito y Pulgarcito (René Cardona y A. del Amo, 1960).
Tras superar con éxito esta prueba, dejando en el país azteca un nutrido grupo de fervorosos seguidores, el niño actor y cantante convertido en fenómeno sociológico por la excepcional acogida de públicos de tres continentes, rodará, de nuevo en España, Los dos golfillos (A. del Amo, 1960), El caballo blanco (Rafael Baledón, 1961) y Bello recuerdo (A. del Amo, 1961), antes de abordar dos producciones europeas: El secreto de Tommy / Le secret de Joselito (A. del Amo, 1963) y Loca juventud / Questa pazza, pazza, pazza gioventú (Manuel Mur Oti, 1963), con las que, gajes de la biología, comienza su despedida del personaje infantil que venía encarnando.
Pero ésta se tornará definitiva con La vida nueva de Pedrito de Andía (Rafael Gil, 1964), donde el papel de conquistador que interpreta deja claro el alejamiento de su antiguo rol, que de alguna manera aún intenta recuperar en El falso heredero / Joselito vagabundo (Miguel Morayta, 1965).
Será no obstante, tres años más tarde cuando el actor, en esta ocasión convertido en su propio productor, da por finalizada su carrera cinematográfica tras la discreta acogida de Prisionero de la ciudad (Antonio Jaén, 1968).
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